Os contos de antes

Vengo de comer con una persona mayor, no sé si le puedo llamar "anciano" sin que se moleste. Le conozco de poco, pero parece que la vida le ha dado la experiencia que a muchos nos falta. Trabajos de campo, cultivos, emigración... como tantos otros.

Recuerdo, de pequeño, sentarme en las rodillas de mis abuelos o de mis padres y pasar horas y horas escuchando historias de cuando ellos eran jóvenes, o de cuando sus padres eran jóvenes.

Todavía hoy tengo la suerte de poder escuchar a mis abuelas y a otras personas de su misma generación ese tipo de historias. De cómo iban a las fiestas de los pueblos, cómo se organizaban para hacer las tareas del campo, para ir a la ciudad, cómo se divertían o las peripecias que hacían en el río.

Cada vez que las escucho generan en mí sentimientos encontrados.

Por un lado me encanta que me hagan partícipe de tanta sabiduría popular, podría pasar tardes enteras escuchando sin articular palabra. Y por otro lado siento una gran tristeza porque esas historias, cuentos de la vida real que han pasado de generación en generación, de gente de tu misma sangre, se perderán en el olvido.

Y mal que nos pese a algunos, es algo que pasará. Porque - desgraciadamente - no son historias que queden en los libros.