Mi cueva

Es tarde, todo el mundo duerme, la lluvia golpea los cristales y no soy capaz de conciliar el poco sueño que pesa sobre estos cansados párpados. Pidiendo permiso para coger prestado el tiempo que, entre estos intermitentes e intensos intervalos, se hace llamar vida; pienso en el mañana relativo a esta experiencia única.
Y no lo veo, todavía no me veo, ni lo creo ni me creo. Todo ha cambiado y sin embargo todavía está sin asimilar, porque visto desde esta cálida y acogedora cueva todo sigue igual. Aunque mire a mi derecha y todo haya cambiado.
Temo el día en el que salir de este escondite suponga que la realidad me vuelva a abofetear quitándome todo este tiempo que he pedido prestado a esto que se hace llamar vida para simplemente disfrutar de los míos.