15 de octubre, 2013
Aunque el año pasado se me pasó (no recuerdo ahora mismo las razones, pero seguro que no eran lo suficientemente importantes, hace dos años algo escribí), ya vamos por la rama 3.5, inestable pero aún sigo con más ceros que unos 100011, 0x23 hex, 1.104.492.4100 segundos y subiendo.
Como siempre, el año que viene si todo sigue igual, abriré el blog, me iré al archivo e intentaré leer lo que he escrito hoy. Y leeré que este año he estado -sigo estando- más cansado que nunca, tanto psicológica como físicamente, el mar de dudas profesional en el que estoy navegando, la baja forma física en la que me encuentro, el hombro destrozado, los grandes sustos que nos hemos llevado con los renacuajos... y todos esos eventos sociales a los que he tenido que renunciar para conseguir uno de los sueños de nuestra vida.
Me dejo lo mejor para el final porque siempre he sido de quedarme con buen sabor de boca. He superado mi primer año como "autónomo compaginado", he aprendido y me han enseñado mucho de cómo hacer y deshacer, ordenar y desordenar, funcionar y parar. He dado una gran vuelta de tuerca a Django -aun sintiéndome entre pañales-, y he compartido excelentes aventuras con Pyramid y Symfony. He disfrutado de grandes momentos, amigos que se casan, otros que consiguen sus objetivos, hemos salido del momento más duro gracias también a amigos y familia.
La familia, merecería un párrafo entero por todo lo que ha hecho y está haciendo (y hará), son palabras que prefiero demostrar a escribir.
Y sin duda lo que ha marcado este período de 365 días con mayúsculas es el nacimiento de mis dos pequeños forks. Esos que no me dejan dormir y son capaces de hacer de mí el mejor cantaor o bailaor con un simple gesto de sonrisa. Los mismos que el año que viene si todo va por buen camino estarán correteando por casa y pidiéndome que vayamos a jugar al campo.
Son ellos los que hacen que el cansancio se vuelva felicidad, el dolor un leve cosquilleo y la lluvia un fantástico momento para estar todos juntos jugando sobre una alfombra. Y ese es el mejor de todos los regalos que puede ofrecerme la vida.